domingo, 7 de agosto de 2011

4. Callar

Manuel Azaña seguramente sea un personaje bastante discutible en la historia española del siglo XX; pero eso no quita para que alguna de sus máximas -frases cortas, que dictan sentencia- merezcan comentario independientemente de quien las hubiera pronunciado -la también máxima de la verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero.
En este caso "Si cada español hablara de lo que sabe y sólo de lo que sabe, se haría un gran silencio nacional que podríamos aprovechar para estudiar."
Seguramente si donde pone español pusiera cualquier otro gentilicio o nacionalidad implicaría exactamente lo mismo.
¿Significa esto que solo los especialistas deben hablar de un tema? Evidentemente no, pero...¿hasta que punto tiene sentido que alguien que no sabe de algo -pongamos que ha aprendido economía en dos tardes- se dedique a pontificar y para ello disponga de altavoces a su disposición?
En España -de nuevo donde pone España puede ponerse cualquier otro topónimo- abundan aquellos que sientan cátedra sobre todos los temas habidos y por haber con un conocimiento escaso en el mejor de los casos en la mayoría de las situaciones; nadie puede saber mucho de todo, es metafísicamente imposible.
Esto se nota cuando alguien oye hablar de las cosas de las que cree que sabe -ojo he dicho cree que sabe y no he dicho que sabe. El creer que se sabe genuino suele llevar aparejada una gran capacidad para callar cuando una voz que parece autorizada habla, y suele ser fácil identificar dicha autorización.
Políticos de saldo, tertulianos profesionales y sobre todo medios de des-información de masas se entremezclan y con todo el ruido que generan aquel que quiere oir algo queda completamente en off. Por eso lo del silencio y el estudio. Y mejor no hablamos de las primas y sus riesgos

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